jueves, 28 de abril de 2011

A ti que estás ausente

No creo en las adulaciones post-morten, ni creo en la necesidad de vivir creando una imagen más tierna y más acogedora del pasado. Nuestros días juntos, que fueron años, han sido tan gratos como tristes. No siempre hemos llegado a entendernos del todo, y más de una vez hemos peleado por la atención de una misma mujer.

No puedo olvidar el día que apareciste en mi vida, estabas asustado por el cambio de casa y el nuevo barrio. Eras aún pequeño, pero yo también lo era. ¿te acuerdas de ese viaje en avión, lo nervioso que estabas cuando aterrizamos en Madrid?. Amigo, la valentía no fue tu fuerte, pero te hiciste mayor y te hiciste más duro. Aprendiste a sacar los dientes cuando el entorno así lo exigía, y como yo, lograstes romper el cerco y adaptarte a la nueva cultura. 

Las frías mañanas que compartimos, antes de irme yo a la escuela y tú a tus asuntos, jugando, peleando y paseando por los montes que rodeaban la aldea gallega en la que quiso la suerte que fueramos a parar. Eso no podré olvidarlo nunca.

Cerca del desierto, recuerdo verte iluminado por el sol, tumbado feliz y sin preocupaciones, viviendo la dulce panacea de la ociosidad. Quizás fue esta tu época dorada, con tu familia y tus colegas del barrio. Como olvidar a Lola, cuánto competía contigo hasta que decidió desaparecer. Casi lloro al verte buscarla, desorientado, por el barrio en el que fuimos tan felices.

Es cierto que tus últimos años fueron difíciles, cambios inesperados, tu pérdida de visión y tu miedo constante ante un mundo cada vez más borroso y más extraño. Separarte de mamá fue quizás lo que te lleno de tristeza y de rabia, pese a que viniste a vivir conmigo y los chicos. Fue emotivo ver como conectastes con Manu. También lo fué saber que tu último suspiro lo diste al lado de la mujer más amada. Tranquilo y acompañado te fuiste durmiendo para siempre.

Hermano, esto llega tarde, pero llega. Recordaré de ti sobre todo el hecho de creciste conmigo, y no lo difícil que fueron aquellos últimos meses. No escribo esto para que lo leas (cosa que hasta en vida hubiera sido imposible para ti) sino porque necesitaba compartir con aquellos pocos que leerán esto, la alegría y el orgullo de haber compartido estos largos años contigo. 

Tonino, has sido y siempre serás, mi perro

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