sábado, 30 de abril de 2011

A night in Tunisia

Estoy profundamente feliz. Hoy es el momento de reflexionar acerca de las primeras líneas de una historia que no escribí, y sin embargo es mía. “Escucho música, me siento terriblemente feliz, tan feliz que estoy triste. Así de violenta es mi felicidad.” Joder, es tan cierto que a veces pienso que toda la experiencia humana es un prólogo a esta sencilla verdad.

Ser un exiliado, ser un extranjero, es la única constante en aquello que puedo llamar identidad. Es algo tan terrible que termina por ser hermoso. “Sólo los hijos únicos sabemos lo que es encontrar un hermano”. El simple hecho de conversar con una mente afín en un lugar recóndito es el climax de la no pertenencia.

Y sin embargo, puedo decir que mi casa está aquí, aquí en estas mismas líneas, en este escrito trivial. Me arde el pecho y pienso en todas las vidas que han sido paralelas a la mía, pienso en todas las mujeres que han gritado junto a mí, y todas las que han sido un simple deseo, un recuerdo fugaz. Pura literatura.

La felicidad, si es que es algo, está a años luz de ser expresada por mi. No me importa en absoluto, pues aquél que haya leído con la debida lupa entenderá todo y se sentirá feliz. Saldrá del escondrijo de toda sistematicidad y danzará infinitamente. Toda definición es insuficiente y superficial. Por ello es tan hermoso.

jueves, 28 de abril de 2011

A ti que estás ausente

No creo en las adulaciones post-morten, ni creo en la necesidad de vivir creando una imagen más tierna y más acogedora del pasado. Nuestros días juntos, que fueron años, han sido tan gratos como tristes. No siempre hemos llegado a entendernos del todo, y más de una vez hemos peleado por la atención de una misma mujer.

No puedo olvidar el día que apareciste en mi vida, estabas asustado por el cambio de casa y el nuevo barrio. Eras aún pequeño, pero yo también lo era. ¿te acuerdas de ese viaje en avión, lo nervioso que estabas cuando aterrizamos en Madrid?. Amigo, la valentía no fue tu fuerte, pero te hiciste mayor y te hiciste más duro. Aprendiste a sacar los dientes cuando el entorno así lo exigía, y como yo, lograstes romper el cerco y adaptarte a la nueva cultura. 

Las frías mañanas que compartimos, antes de irme yo a la escuela y tú a tus asuntos, jugando, peleando y paseando por los montes que rodeaban la aldea gallega en la que quiso la suerte que fueramos a parar. Eso no podré olvidarlo nunca.

Cerca del desierto, recuerdo verte iluminado por el sol, tumbado feliz y sin preocupaciones, viviendo la dulce panacea de la ociosidad. Quizás fue esta tu época dorada, con tu familia y tus colegas del barrio. Como olvidar a Lola, cuánto competía contigo hasta que decidió desaparecer. Casi lloro al verte buscarla, desorientado, por el barrio en el que fuimos tan felices.

Es cierto que tus últimos años fueron difíciles, cambios inesperados, tu pérdida de visión y tu miedo constante ante un mundo cada vez más borroso y más extraño. Separarte de mamá fue quizás lo que te lleno de tristeza y de rabia, pese a que viniste a vivir conmigo y los chicos. Fue emotivo ver como conectastes con Manu. También lo fué saber que tu último suspiro lo diste al lado de la mujer más amada. Tranquilo y acompañado te fuiste durmiendo para siempre.

Hermano, esto llega tarde, pero llega. Recordaré de ti sobre todo el hecho de creciste conmigo, y no lo difícil que fueron aquellos últimos meses. No escribo esto para que lo leas (cosa que hasta en vida hubiera sido imposible para ti) sino porque necesitaba compartir con aquellos pocos que leerán esto, la alegría y el orgullo de haber compartido estos largos años contigo. 

Tonino, has sido y siempre serás, mi perro

Conexiones

De un modo absurdamente general podemos distinguir dos tipos de sucesos en la vida, aquellos que son el resultado (positivo o negativo) de un plan o un proyecto; y aquellos que simplemente suceden (aunque haya tenido que ver nuestra acción, no contábamos con ellos).

Si bien es cierto que los planes son la herramienta con la que intentamos capitanear nuestras vidas hacia algo que queremos, son los acontecimientos simples, aquellos que se limitan a estallar delante de ti, los que hacen que la existencia sea algo sobrecogedoramente hermoso. No sólo hablo de los buenos, hablo también de aquellos terribles, que nos hacen tomar que esto es un permanente todo o nada, que no importa lo bien que lo hagas, siempre el universo puede patearte la cara.

No obstante, hoy quiero hablar de los acontecimientos buenos con que nos regala la vida, cuando menos lo esperas, y en muchos casos cuando más lo necesitas. Por principio, y por alcance el actual de nuestro conocimiento colectivo, hablar de cosas tan estrafalarias como el destino o una suerte de inteligencia cósmica me parece sencillamente falso. Y es quizás el hecho de que el cosmos es ajeno a nuestras necesidades lo que hace tan alucinante este tipo de cosas. Es necesario en este punto citar el sencillo y magistral conocimiento de mi compadre Kurro: "Cuando voy por la calle y los semáforos se ponen en verde a mi paso, siento que la ciudad baila conmigo" 

Entre estos acontecimientos espontáneos, hay una clase, la más increíble, y consiste en conectar con alguien, descubrir que hay otro ser humano, otro universo de fenómenos incomprensibles desde la propia subjetividad, que es afín al tuyo. Sentir una compenetración intelectual, viceral, estética... es sin duda uno de los sentimientos más grandes, más impresionantes y sobre todo más real. 

Al margen del futuro, al margen de las vicisitudes de esta existencia loca e incluso al margen del caleidoscopio de un mundo cada vez más grande, descubro que hay alguien al otro lado de mi perspectiva particular del mundo con quien merece la pena compartir momentos, palabras y sensaciones.  

Buenas noches y buena suerte. Paz

domingo, 24 de abril de 2011

Yo 2.1



Paris vaut bien une messe

Nunca, hasta hoy, pude entender toda la sabiduría sintética que estas simples cinco palabras muestran. Quizás sea que las experiencias de estos últimos meses me han dotado del andamiaje intelectual y emocional para afrontar una verdad tan terrible y hermosa.

Mi París es lo que soy mientras escribo estas líneas (mi personaje personificado, expresión que robo prestada de Ὑπατία)  lo que he llegado a ser tras este tiempo fuera. No difiere mucho, al menos prima facie, de lo que era antes. El cambio fundamental ha sido la capacidad de ver con ojos nuevos, el ser mentalmente más elástico con mis broncas y mis amores, y sobre todo, el saberme "capitano della mia anima, padrone del mio destino"· He logrado romper aquellos lazos que me ataban, lazos fuertes y antiguos, y reforzar aquellos que me unen (nuevos, viejos y otros sencillamente inesperados.)

Mi misa, aquello que he tenido que poner en la mesa antes de girar la ruleta, no ha sido pequeña. No solo he dejado atrás (al menos por un largo tiempo) la ciudad en la que fui feliz durante años, sino y sobre todo el ambiente en el que me sentía como en casa. Y no lo desprecio en absoluto, es profunda la herida que mi tercer desarraigo me ha dejado, pero el irme me ha permitido advertir todo lo negativo, cuánto de exclusivo y banal tenía mi actitud antigua. Cuántas personas interesantes se cruzaron por mi vida sin que yo hiciese el menor caso, cegado y cálidamente arropado por aquello que considero mío. 

Y así pues, man mano me voy haciendo diferente, versión distinta de mí mismo. Creo que el viaje de descubrimiento realmente funciona así, arrancarte pedazos y ponerte otros. Al fin y al cabo, y por mucho que extrañe mi casa, París bien vale una misa.